Por Winston Orrillo
En los seis meses que tiene transcurrido el año, Marco Aurelio Denegri –que se autocaracteriza como polígrafo autodidacto- nos ha obsequiado dos enjundiosos volúmenes que, amén de su erudición paradigmática, son una verdadera delicia –pero para paladares refinados.
Detengámonos, primero, en su austera caracterización de “polígrafo autodidacto”, que es una bofetada frente al “mal gusto que tienen algunos miembros de la intelligentsia, de presentarse exhibiendo un ciento de títulos, doscientos reconocimientos internacionales y trescientas distinciones”.
Frente a tal “feria de vanidades”, el austero Marco Aurelio nos ofrece ese par de vocablos que, en esencia, encierran una vocación férrea por la cultura inabarcable y no tomada de ninguna enciclopedia ni medio electrónico ad usum, sino trabajosamente investigada por esa voluntad benedictina que caracteriza a quien, poco a poco, viene alcanzando cotas de sabiduría que son tan escasas en nuestro medio.
El primer volumen, del que damos noticia, se titula Lexicología, y son setecientas páginas de una exhaustiva –y sápida: siempre lo es- incursión por los meandros de la lengua que parlamos y de sus necesarias adiciones (latinismos como sensórium; galicismos como vernissage y heteróclitos vocablos como spa y muy recientes anglicismos como bulling y mobbing; entre otras delicias como las disquisiciones entre la abisal diferencia de pederastia con paidofilia).
Ha sido una muy meritoria publicación de “Editorial San Marcos”, que nos obsequia un verdadero vademécum del idioma realmente existente y pasado por el tamiz de MAD.
Esmórgasbord acaba de ser lanzada por el dinámico Fondo Editorial de la Universidad Garcilaso, que dirige, en forma zahorí, Lucas Lavado.
El sui generis vocablo es una castellanización del sueco, que significa “viandas o manjares fríos o calientes, entremeses, platillos, aperitivos y bocaditos..” que nuestro autor, figuradamente, hace equivaler a miscelánea.
Y, en efecto, aquí hay –como en todos los casi diez volúmenes que él lleva publicados- una singular mezcla de erudición, humor desmitificador y una capacidad humanística que lo convierte en un autor que es, a no dudarlo, una rara avis en el concierto de los que escriben y piensan en este Perú “de metal y melancolía” (García Lorca dixit).
Lo singular de este volumen –de lectura obligatoria- es que aborda hasta temas políticos, pero pasados por el tamiz singular de este “polígrafo autodidacto”, que no deja, en cada uno de sus volúmenes, de entregarnos sorpresas y más sorpresas, que justifican, plenamente, el título de la presente columna, que no es sino una incitación a una lectura salutífera y perentoria para todos los que queremos no solo saber, sino deleitarnos con el ejercicio de una inteligencia inexhaustible.
Publicado en Memoria del Aire
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