1.- Papel como profesor y trabajos como escritor y periodista
Mi papel como profesor y mis trabajos como escritor y periodista: son más o menos lo mismo, si consideras que poesía –viene de poiesis, que en griego significa creación- es lo substancial de todo lo que hacemos.
Ergo, la creación se conjunciona en la docencia, en la escritura y en el verdadero periodismo, no en la caricatura mostrenca que ahora se hace pasar como tal.
Siempre he tratado de que todo lo que hago rezuma poesía, creación: de modo tal que no haya contradicción ninguna, sino, más bien, amalgama.
2.-¿En qué género literario cree usted que aporta?
Bien, lo que más he publicado es poesía: más de veinte libros, contra solo tres de cuentos. Sin embargo, mis cuentos parten de la misma primera impresión del poema. Todo se basa en el misterio de la vida que, al fin y al cabo, es lo que queremos desentrañar con la escritura, con la creación.
Ah, también he publicado más de diez libros de crítica y ensayo literario sobre Vallejo, Mariátegui y comunicación social.
Pero hay otros dos géneros literarios a los que siento que arribaré: la novela y el teatro.
En fin, todo se halla en que, de repente, en mi anterior estación vital, yo fui un catecúmeno de aquestos.
3.- En su último poemario, ¿cómo se da su evolución y cómo la evaluaría usted mismo?
“El libro de Benita”, tal su nombre, es un homenaje a mi gata, que, por lo pronto, no estoy seguro que sea solo gata: a veces, cuando me mira fijamente, lo que me dice es que hay alguien adentro de ella, debajo de su apariencia ciertamente zoológica. Es –el libro- una suerte de diálogo conmigo mismo, a través del misterio de su presencia. “Benita” acompaña a mi soledad; la consagra, Y, con ello, me lanza preguntas que yo he intentado –lo sé, que inútilmente- contestar. Ahora mismo, en el cuello de este viernes –el primero de 2012- en el que escribo, la tengo a mi vera y, aunque sea muy difícil entenderlo, me está dictando estas palabrejas.
Escribir ese libro –que, por supuesto, como todo lo que uno hace en la vida está inacabado- ha sido un intentar una (inútil, insensata) penetración en los socavones de mi vera existencia.
Proyecto un texto, que se ha de llamar “Poesía esencial”, donde reúna lo que creo que es más significativo entre lo insignificante que he pergeñado.
Y ahora te transcribo lo que escribiera mi gran amigo, el jurista y narrador, Jorge Rendón Vásquez, no para que se publicara sino como una simple opinión de lector, que yo he hallado tan válida que la imprimí en el frontis de mi libro aludido (el de Benita, se entiende, espero)
“Winston:
En “Redacción Popular”, de Raúl Isman, hoy he leído tu poemario “El libro de Benita”, nieta de “León” (ADN confirmado).
Comencé un poco al desgaire, pero luego quedé atrapado sin remisión, y seguí hasta el último verso con un interés creciente en tu modo de poetizar, con metáforas diáfanas, construidas por estrofas, palabras transformadas, espontáneas (y no rebuscadas ni rimas a la mala de quienes se han quedado en heteróclitas mezclas de palabras capturadas con sabuesos) y una ternura con el talento de verdades eternas. ¡Cómo no amar también a Benita, una pequeña pero fulgurante porción de espíritu suyo, tuyo y nuestro, que se pasea como una amiga consentida sobre el berenjenal de libros, revistas y papeles, como si supiera que es el telón de fondo y el èlan catalizador de un ¡manantial de versos!.
Cordialmente,
Jorge Rendón Vásquez
(Esto es grandioso:
“Lee junto/a mí/la gata niña//Es decir/me transcribe/ su acertijo: / asperja/ sus luceros/ y enmudece”.
(…)
“Nada dices,/ Benita./ Solo miras/y miras.//(Y así/ lo dices/ todo).”
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