Por Winston Orrillo
“Diva”, la nueva obra de Roberto Reátigue, marca su maduración definitiva en el arte de la narración mayor –la novela- en la que es tan pródiga nuestra Literatura.
En primer lugar, destacamos su manejo de la estructura que discurre en varios planos y escenarios, con narradores distintos: unas veces es la misma protagonista, otras el “escribidor”, y, al mismo tiempo, alguno de los varios personajes que se imbrican en un texto que abarca, asimismo, diversos escenarios: desde la selva amazónica y sus vicisitudes –conflicto de fronteras incluido- hasta un set de la “caja boba” y varias ciudades de Italia, donde “Diva” y su “negro” literario discurren, como discurre el relato que tiene picos y suspensos que dicen bien de la maestría de su autor.
Réatigue, con pleno conocimiento de causa -pues lleva cerca de 30 años en el mundo de la TV (desde 1982)- nos introduce a ese universo, inédito para muchos de nosotros, y no por ello menos fascinante.
Todas las intrigas para el surgimiento de la “estrella” y su ascenso no casual, nos enfrentan, seguramente, a casos muy similares, pues “Diva” no tiene por qué ser, específicamente, una persona, sino que es una suerte de arquetipo en ese poder mediático, que tanto influye (negativamente) sobre el mundo de hogaño.
En la narración nos encontramos con capítulos históricos del reciente pasado, como el tiempo de la llamada “socialización” de los medios y sus fallidos -pero no por ello menos bien intencionados- propósitos.
Ha sido simpático adentrarse en ese mundillo para recordar “lo que pudo haber sido y no fue”.
Es destacable, asimismo, el tratamiento de la personalidad de la protagonista a la que, sin duda, el autor conoce en demasía, por su discurrir –casi tres décadas- en los sets y las salas de redacción de la TV, donde ahora dirige un importante noticiero.
Igualmente, hay temas que gozan de un tratamiento preferencial, como el del amor y el desamor, y la posición del escribidor que, muchos, no habrán vacilado en identificar con el propio RR: en fin son gajes del oficio; como igualmente habrá quienes han dicho que “Diva es tal o cual”, pero eso, en verdad, no tiene importancia pues lo que ha logrado el autor es pergeñar –con eximia habilidad- lo repetimos, a un arquetipo, pero no por ello vaya a creerse que la protagonista pierde un ápice de vida, que es lo que, precisamente, le sobra, gracias al talento del novelista.
Estas más de 300 páginas, publicadas bellamente, ganaron, en buena lid, la condición de “Finalista” en el Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica 2011, lo que implicara su edición en el sello mencionado.
Publicado en LA MEMORIA DEL AIRE
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