Por Winston Orrillo
Con
“Nana Meni” -que en lengua huitoto significa “Corazón dulce”- Julio
Garrido Haynate nos ofrece un conjunto de cuentos, todos ellos
referentes a su experiencia en Iquitos (2003-2007), que es elevado a la
categoría de meca del placer erótico.
Publicado por el “Fondo Editorial de la Universidad Alas Peruanas (UAP)”, este volumen de narraciones marca un punto muy alto en la continua obra literaria de quien se diera a conocer con “Poemas para no morir”, al que le siguiera el magnífico “Mi padre en piedra”, homenaje a su progenitor, el notable vate Julio Garrido Malaver, autor de “La dimensión de la piedra”, palabras mayores en la poética peruana.
Pero Julio, en 2007, publica “El abeja y la otra banda”, recreación de sus experiencias de infancia y juventud en el Parque Abeja, situado en el populoso distrito de La Victoria, universo que le permite abordar la temática de la vida en los barrios limeños, microcosmos que deja señeras huellas en todos los que hemos habitado en ellos.
Un libro que marcó época es su best seller, “Manual del infiel profesional”, 1999 (firmado con el sugestivo pseudónimo J.R. Valentino), especie de redoma de una de las vetas literarias que lo caracterizan: el uso del humor despiadado y rotundo, que tendrá su apogeo en el presente volumen.
Porque “Nana meni” desarrolla -con un lenguaje deudor de la picaresca y que desciende de la pluma inmortal de Ricardo Palma- sus historias, breves y plenas de alacridad donde, si hay elementos que son exorcizados, éstos son la tristeza, el desánimo, la depresión…
Ajeno al pintoresquismo turístico, con el que se solía presentar el mundo de la selva, Garrido ingresa al corazón del conflicto que, usualmente, tiene su cénit en los avatares, en las vicisitudes de la pareja –o del trío- que ocasiona la mayoría, sino la totalidad, de estas narraciones que es imposible leer con el rostro ceñudo.
De modo que el placer erótico que radiografía nuestro autor, proviene de un espíritu salutífero, que nos deja, siempre, con el deseo de seguirlo leyendo.
Considerar al orbe del placer sexual como la expresión más genuina y límpida de la experiencia humana: he allí el quid de la pintura natural, que se desprende de la lectura de “Nana meni”.
El “Corazón dulce” que da título al presente libro -que recomendamos- cobra su expresión cabal en estas páginas, en las que la luminosidad carnal tiene carta de ciudadanía plena.
La fibra del poeta, que es Julio Garrido, se trasunta en sus metáforas, como “las terribles mazmorras dolorosas de los celos y la desesperación”; o “los mendrugos de amistad y cariño que la joven le daba”; o al describir una de las venus amazónicas, que aquí abundan, escribe que “tiene un toque de animalidad que era su mayor atractivo… A veces era una gacela rebelde, otras un felino y siempre una fiera”.
Cada uno podría hacer su propia antología de este volumen sui generis. Yo me quedo con cuentos como “Amor de tripas”, “Viudo de pecho”, “María de los Ángeles” y “Almirante en su musgo”, entre varios otros.
Junto con el humor, como en los buenos libros, hay palabras que llegan a las hondonadas del ser, como “Juntamos nuestras vidas en un amor imposible, como son los amores verdaderos y eternos”.
¿Se transparenta el lírico, verdad?
(La memoria del aire)
Imagen agregada RCBáez con fotos de Facebook y Blogs
Publicado por el “Fondo Editorial de la Universidad Alas Peruanas (UAP)”, este volumen de narraciones marca un punto muy alto en la continua obra literaria de quien se diera a conocer con “Poemas para no morir”, al que le siguiera el magnífico “Mi padre en piedra”, homenaje a su progenitor, el notable vate Julio Garrido Malaver, autor de “La dimensión de la piedra”, palabras mayores en la poética peruana.
Pero Julio, en 2007, publica “El abeja y la otra banda”, recreación de sus experiencias de infancia y juventud en el Parque Abeja, situado en el populoso distrito de La Victoria, universo que le permite abordar la temática de la vida en los barrios limeños, microcosmos que deja señeras huellas en todos los que hemos habitado en ellos.
Un libro que marcó época es su best seller, “Manual del infiel profesional”, 1999 (firmado con el sugestivo pseudónimo J.R. Valentino), especie de redoma de una de las vetas literarias que lo caracterizan: el uso del humor despiadado y rotundo, que tendrá su apogeo en el presente volumen.
Porque “Nana meni” desarrolla -con un lenguaje deudor de la picaresca y que desciende de la pluma inmortal de Ricardo Palma- sus historias, breves y plenas de alacridad donde, si hay elementos que son exorcizados, éstos son la tristeza, el desánimo, la depresión…
Ajeno al pintoresquismo turístico, con el que se solía presentar el mundo de la selva, Garrido ingresa al corazón del conflicto que, usualmente, tiene su cénit en los avatares, en las vicisitudes de la pareja –o del trío- que ocasiona la mayoría, sino la totalidad, de estas narraciones que es imposible leer con el rostro ceñudo.
De modo que el placer erótico que radiografía nuestro autor, proviene de un espíritu salutífero, que nos deja, siempre, con el deseo de seguirlo leyendo.
Considerar al orbe del placer sexual como la expresión más genuina y límpida de la experiencia humana: he allí el quid de la pintura natural, que se desprende de la lectura de “Nana meni”.
El “Corazón dulce” que da título al presente libro -que recomendamos- cobra su expresión cabal en estas páginas, en las que la luminosidad carnal tiene carta de ciudadanía plena.
La fibra del poeta, que es Julio Garrido, se trasunta en sus metáforas, como “las terribles mazmorras dolorosas de los celos y la desesperación”; o “los mendrugos de amistad y cariño que la joven le daba”; o al describir una de las venus amazónicas, que aquí abundan, escribe que “tiene un toque de animalidad que era su mayor atractivo… A veces era una gacela rebelde, otras un felino y siempre una fiera”.
Cada uno podría hacer su propia antología de este volumen sui generis. Yo me quedo con cuentos como “Amor de tripas”, “Viudo de pecho”, “María de los Ángeles” y “Almirante en su musgo”, entre varios otros.
Junto con el humor, como en los buenos libros, hay palabras que llegan a las hondonadas del ser, como “Juntamos nuestras vidas en un amor imposible, como son los amores verdaderos y eternos”.
¿Se transparenta el lírico, verdad?
(La memoria del aire)
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