Por Winston Orrillo
El subtítulo lo dice todo: “La violencia como sistema en el Perú colonial”, viene a pelo porque nos explica de qué se trata en “Terror en los Andes”, excelente publicación del Fondo Editorial de La Universidad de Ciencias y Humanidades. Porque no se ocupa solo la autora, Pilar Roca, de la exuberante serie de felonías que se cometieron contra los pobladores vernáculos, sino que, todo ello, constituyó un hecho no fortuito, sino clara y abyectamente sistematizado, para causar terror entre nuestros antepasados y, así, disuadirlos de su voluntad incoercible de lograr la independencia, la libertad y la formación de un nuevo país, lo que finalmente se logró pero a costa de este verdadero paraíso de la tortura y la infamia que fue el tratamiento que España –porque era algo perfectamente conocido por la autoridad real- dio a su más preciada colonia en el nuevo mundo, el Perú.
Con estudios de Servicio Social en San Marcos, Pilar Roca es coautora -junto a quien ella, simpáticamente llama “su conjunto”, el gran cineasta y también notable escritor, Federico García- de valiosos libros como “Pachacútec, una aproximación a la cosmovisión andina”, (2004), y “Ayataki. Canción de los muertos”, 2010. Pero asimismo, Pilar, que es la productora más destacada del cine nacional (son numerosas las películas de ficción y documentales, desde los años 70) entre los que se cuentan los largometrajes dirigidos por su “conjunto” Federico García.
Ha sido, asimismo, como entrenamiento para ésta, que es su obra maestra, investigadora en filmes como “Kuntur Wachana”, “Laulico”, “El caso Huayanay”, “Melgar”, “Túpac Amaru”. “El socio de Dios”, y en documentales como “Mil días”, y “Alfredo Torero; 4 estaciones de un hombre total”, entre varios otros.
Su próxima obra, nos lo anuncia, será un libro de cuentos cortos que tiene el sugestivo título de “La política pica”.
Mientras tanto, el presente volumen es, por momentos, una radiografía del horror, como dijo alguien “producido por hombres cuya profesión parecía ser la de afligir a la humanidad”.
Pero esta suerte de inmersión catártica en una realidad que no se puede seguir ignorando, sirve, asimismo, como una reafirmación del excepcional valor que tuvo nuestro pueblo, para soportar tanta ignominia, tanto reino del espanto, que, por ningún pretexto, puede seguir siendo ignorado o preterido. Pues, junto con el horror, destaca la calidad heroica de nuestros antepasados, que supieron reafirmar su calidad de haber sido los fundadores de un mundo que, por muchas razones, resultó un paradigma y un espejo de la verdadera humanidad que nos precedió y que no debería ser ignorada.
El volumen, asimismo, no trae datos y hechos al azar. Todo está debidamente documentado, y las referencias a las fuentes documentales, son profusas y nos prueban que Pilar Roca ha sabido apoyarse en autoridades que, con suficiente conocimiento de causa, nos presentan la vera efigie de lo que fue un mundo inobjetablemente real, todo para que no pueda repetirse la barbarie. Y esa es la más grande lección que nos lega esta obra necesaria.
(La Memoria del Aire)
El subtítulo lo dice todo: “La violencia como sistema en el Perú colonial”, viene a pelo porque nos explica de qué se trata en “Terror en los Andes”, excelente publicación del Fondo Editorial de La Universidad de Ciencias y Humanidades. Porque no se ocupa solo la autora, Pilar Roca, de la exuberante serie de felonías que se cometieron contra los pobladores vernáculos, sino que, todo ello, constituyó un hecho no fortuito, sino clara y abyectamente sistematizado, para causar terror entre nuestros antepasados y, así, disuadirlos de su voluntad incoercible de lograr la independencia, la libertad y la formación de un nuevo país, lo que finalmente se logró pero a costa de este verdadero paraíso de la tortura y la infamia que fue el tratamiento que España –porque era algo perfectamente conocido por la autoridad real- dio a su más preciada colonia en el nuevo mundo, el Perú.
Con estudios de Servicio Social en San Marcos, Pilar Roca es coautora -junto a quien ella, simpáticamente llama “su conjunto”, el gran cineasta y también notable escritor, Federico García- de valiosos libros como “Pachacútec, una aproximación a la cosmovisión andina”, (2004), y “Ayataki. Canción de los muertos”, 2010. Pero asimismo, Pilar, que es la productora más destacada del cine nacional (son numerosas las películas de ficción y documentales, desde los años 70) entre los que se cuentan los largometrajes dirigidos por su “conjunto” Federico García.
Ha sido, asimismo, como entrenamiento para ésta, que es su obra maestra, investigadora en filmes como “Kuntur Wachana”, “Laulico”, “El caso Huayanay”, “Melgar”, “Túpac Amaru”. “El socio de Dios”, y en documentales como “Mil días”, y “Alfredo Torero; 4 estaciones de un hombre total”, entre varios otros.
Su próxima obra, nos lo anuncia, será un libro de cuentos cortos que tiene el sugestivo título de “La política pica”.
Mientras tanto, el presente volumen es, por momentos, una radiografía del horror, como dijo alguien “producido por hombres cuya profesión parecía ser la de afligir a la humanidad”.
Pero esta suerte de inmersión catártica en una realidad que no se puede seguir ignorando, sirve, asimismo, como una reafirmación del excepcional valor que tuvo nuestro pueblo, para soportar tanta ignominia, tanto reino del espanto, que, por ningún pretexto, puede seguir siendo ignorado o preterido. Pues, junto con el horror, destaca la calidad heroica de nuestros antepasados, que supieron reafirmar su calidad de haber sido los fundadores de un mundo que, por muchas razones, resultó un paradigma y un espejo de la verdadera humanidad que nos precedió y que no debería ser ignorada.
El volumen, asimismo, no trae datos y hechos al azar. Todo está debidamente documentado, y las referencias a las fuentes documentales, son profusas y nos prueban que Pilar Roca ha sabido apoyarse en autoridades que, con suficiente conocimiento de causa, nos presentan la vera efigie de lo que fue un mundo inobjetablemente real, todo para que no pueda repetirse la barbarie. Y esa es la más grande lección que nos lega esta obra necesaria.
(La Memoria del Aire)
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